No tengo un grado de feminidad muy alto, si es que alguna vez pudiera medirse.
En plan de
confesiones, me molesta mucho tener que peinarme para salir, me parece banal
gastar dinero en maquillaje y tampoco muero por los zapatos.
Suele asociarse lo
femenino con ese universo superficial de lo estético. Nos reímos cuando vemos
una mujer que no se ha depilado y es notorio, nos parece aterrador que una
mujer prefiera lucir sus canas y evitar el paraíso de la peluquería.
Pero… al fin y al
cabo, de todas las mujeres más grandiosas de mi vida ninguna se encasilla en el
monumento a la feminidad: Mi madre no pasaba horas frente a un espejo pero me
enseño cosas importantes y hermosas para poder aprender a vivir. Mi abuela
dejaba lucir sus canas sin necesidad de una coloración falaz, eso sí adoraba
los perfumes, y también a sus nietos a los que nos dedicaba gran cantidad de
horas de amor y juegos únicos.
De las mujeres más luchadoras tampoco puedo vislumbrar con
claridad su necesidad por marcar lo femenino.
Ni Eva luchando por
los más necesitados con su rodete icono y siempre bella pero aferrada a esa
fuerza arrolladora que la supo caracterizar.
Ni Frida con su
belleza exótica pero su inteligencia incomparable.
Tampoco María Elena con sus mágicos cuentos y canciones que
marcaron cientos de generaciones.
Ser mujer ya se sabe no es cosa fácil. Soportamos
diferencias que naturalizamos tanto al punto de que ni siquiera nosotras mismas
podemos diferenciarlas. Están implícitas en las publicidades de desodorantes o
de productos de limpieza, en el trabajo, en la facultad.
Nos transformamos en multiuso haciendo cincuenta cosas a la
vez. Sufrimos nuestra primera menstruación, nuestra primera vez, cuando vamos a
concebir a nuestros hijos.
Muchas sufren silenciosamente el maltrato de hombres que se
creen superiores…
Por eso es que creo que la femineidad pasa por otro lado.
Femeninas son aquellas que luchan día a día para criar a sus hijos solas, para
conseguir ese trabajo en donde el puesto es requerido por hombres, para
arreglar cada desperfecto doméstico que se rompe, las que aman con todas sus
fuerzas hasta conseguir ese amor infinito.
Conozco muchas de ellas y no puedo dejar de admirarlas, y es que detrás de ese mundo chiquito de lo femenino salen a la luz.... Grandes
Mujeres.
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