sábado, 15 de febrero de 2014

El día que nos aburrimos nos convertimos en Picasso


    El aburrimiento es el cansancio o fastidio causados generalmente por disgustos o molestias, o por no tener nada que divierta y distraiga nos dice Wikipedia, se podría decir que uno se aburre cuando no se le ocurre nada que hacer, por eso, muchas personas consideran que el aburrimiento es una cuestión que solo es sufrida por los niños, cuando no saben a que jugar, cuando ya se aburrieron de jugar siempre a lo mismo, cuando deben estudiar algo que no les agrada. Pero considero que nada más lejos que eso. Es más, me atrevería a decir que el aburrimiento es un malestar bien padecido por los adultos. Y en ese aburrir los mayores cometemos un millón de actos, algunos buenos, otros increíbles, pero otros por demás ímbeciles. 
  Aburrirse tiene que ver con perder curiosidad por algo, por estar cansado de la monotonía de siempre, de la misma rutina grisacea. En días como los actuales, aburrirse es el efecto producido por la sobre exposición de sucesos a los que estamos expuestos todos los días: una televisión que nos machaca con los mismos zocalos de alerta rojo, la pantalla de un telefóno móvil que nos alerta de una noticia ya sabida, el mismo regalo en la cajita feliz, las novedades poco novedosas del precio de los huevos de chocolate en pascuas. 
  Es razonable que nos aburramos tanto. Existen personas que cuando se aburrieron cometieron un millón de estupideces: se han puesto de novios solo por aburrimiento, comenzaron a consumir drogas solo por aburrimiento, o hasta se lastimaron a ellas mismas. Es íncreíble lo que nuestra cabecita loca puede hacer...
  Pero también existen otras personas que con su aburrimiento lo transformaron todo para siempre haciendo de sus vidas algo altruista y hermoso: Un Pablo Neruda escribiendo versos bajo una noche estrellada, un Pablo Picasso pintando lienzos como espejos de realidades, o porque no un René Favaloro creando el by pass coronario para evitar infartos.
  Definitivamente, me quedo con los aburridos creativos, de los más grandes, como los recién mencionados, como los de perfil un poco más bajo: Gente que se aburre y toca melodías inalcanzables con su viola, gente que congela imágenes insuperables con una simple cámara fotográfica, gente que juega con sus hijos e inventa juegos que no se venden en ninguna juguetería, gente que fábrica hermosos saquitos con sus dos agujas de metal, gente que crea incansablemente con su majestuoso aburrimiento.
   Los argentinos somos excelentes para crear tras un abatido aburrimiento, no se necesitan próceres para eso, basta con ver un mágico graffiti en la esquina de la pared de un barrio para comprobar que el aburrimiento es una gran epopeya heroica, que en ocasiones puede sacar lo mejor de nosotros mismos.
 

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