miércoles, 19 de febrero de 2014

Crónica de una insomne sin reparos


    
  Una vez existió una niña que con ocho años hacía lo imposible porque su madre no se durmiera porque detestaba la noche, entonces no paraba de hablar y de contar historias y relatos, y aunque su mamá se moría de sueño y cansancio por todo lo que había hecho durante el día, con compasión la escuchaba.

      La niña no sabía que inventar, cada noche, cuando llegaba el momento de ir a dormir era un gran problema. Detestaba ver que sus padres y sus hermanos dormían tan plácidamente. pues para ella era imposible poder hacerlo.
     Cuando pasaron los años, ya entrada su adolescencia, descubrió como encontrarle la vuelta al insomnio, no buscó métodos para intentar dormir, nada de pastillas, ni de extrañas infusiones. Una lapicera y un cuaderno lo solucionarían todo. Desde ese día escribió sin parar, pavadas, porque no... pero al menos sumaban horas para que al fin llegara el sueño o en última instancia las primeras luces del día.

    A mis 32 años, con una casa, un marido y dos hijas que criar me sigue costando conciliar ese sueño, aborrezco acostarme temprano, aún no se si detesto la noche o por el contrario la disfruto leyendo, mirando bizarros programas de tv, o escribiendo incoherencias. Lo que sí puedo aseverar es que son muchas las personas que les cuesta conciliar el sueño cada noche.

    Me gusta pensar que somos muchos los insomnes que adoramos usar la noche para que nuestra maquinita cerebral arranque con todo y se diluya en palabras que llenan hojas en blanco.

    En ocasiones aparecen los insomnes casuales, aquellos que no pueden dormir porque están en la espera de una sala de parto ansiosos con la llegada de su primer hijo, o los que se hacen mala sangre y acostados le cuentan a su almohada los pormenores de su lista de problemas.

  Contar ovejas o dormir con determinada posición son algunas de las técnicas que recomiendan hasta el más común de los mortales. Hasta ahora, ninguna me ha funcionado.
  Durante mis miles noches despierta me han ocurrido cosas bellas y también horribles. He dejado sin dormir a un sin fin de personas. He alucinado con ladrones invisibles, He sufrido ataques de pánico y también fabricado largas listas de promesas incumplidas.

   Para los enamorados el insomnio es una enfermedad: a corto plazo si logran ganar al gran amor de sus vidas y a eterno plazo si se transforma en un amor no correspondido. 
  ¿Compañeros del insomnio? Los locutores de las radios, las mil y una tazas de café, los ruidos que ocurren  demás ya conocidos.
   Estoy segura de que si ese insomnio no existiese... tal vez mi vida sería más ordenada, pero también menos inspiradora...

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